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miércoles, 22 de febrero de 2023

Amadeo I de España

Amadeo I de España, llamado «el Rey Caballero» o «el Electo» (Turín, 30 de mayo de 1845-Turín, 18 de enero de 1890),​ fue rey de España desde el 2 de enero de 1871 hasta el 11 de febrero de 1873. Fue, además, el primer duque de Aosta y cabeza de la rama Saboya-Aosta.

Fue elegido rey de España por las Cortes Generales en 1870 tras el destronamiento de Isabel II en 1868. Su reinado en España, de poco más de dos años de duración, estuvo marcado por la inestabilidad política. Los seis gabinetes que se sucedieron durante este período no fueron capaces de solucionar la crisis, agravada por el conflicto independentista en Cuba, que había comenzado en 1868, y una nueva guerra carlista, iniciada en 1872. Su abdicación y su regreso a Italia en 1873 condujeron a la declaración de la Primera República Española.


Amadeo era el tercer hijo de Víctor Manuel II de Saboya, último rey de Cerdeña (1849-1861) y primer rey de Italia (1861-1878), y de la archiduquesa María Adelaida de Habsburgo-Lorena (bisnieta de Carlos III de España, por ende tatarabuelo de Amadeo).


Su hermano Humberto llegaría a ser el rey Humberto I de Italia. En su nacimiento obtuvo el título de duque de Aosta con el que inauguró una dinastía que continúa hasta nuestros días.

María Adelaida con su esposo e hijos.
María Adelaida con su esposo e hijos.

Ingresó en el ejército con el grado de capitán en 1859 y participó en la Tercera Guerra de la Independencia Italiana (1866) como general de división, liderando una brigada hasta Monte Croce en la batalla de Custoza, donde fue herido y por la que obtuvo la medalla de oro al valor militar.


Candidato al trono de España

En 1868 Víctor Manuel II comenzó a preocuparse activamente por garantizar el trono vacante en la sucesión española, que terminó en 1870 para un miembro de la Casa de Saboya .

Fernando VII de Borbón había muerto en 1833 sin herederos varones y, anticipándose a ello, había abolido la Ley sálica en 1830 a favor de su hija recién nacida Isabel II. La sucesión fue impugnada por Carlos de Borbón, hermano del difunto monarca, y por los carlistas conservadores, partidarios de la sucesión según la ley sálica tradicional.

La Revolución de 1868 depuso a Isabel y se dio lugar a un gobierno provisional presidido por Francisco Serrano, y del que estaban también formando parte los otros generales sublevados. El nuevo gobierno convocó Cortes Constituyentes, que con una amplia mayoría monárquica, proclamaron la Constitución de 1869, que establecía como forma de gobierno una monarquía constitucional. Una dificultad inherente al cambio de régimen fue encontrar un rey que aceptase el cargo, ya que España en esos tiempos era un país que había sido llevado al empobrecimiento y a un estado convulso, y se buscaba un candidato que encajara en la forma constitucional de monarquía.

Finalmente encontraron a su monarca en la persona del duque de Aosta, Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia, que lo reunía todo para el cargo: procedente de una antigua dinastía (vinculada con la española), progresista y bautizado católico aunque, según algunas fuentes, masón,​ alcanzando el grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

​Respecto a esto, el escritor republicano Miguel Morayta y Sagrario (1834-1917) advertía de la falsedad del documento recibido en nombre de la masonería italiana, por las logias de Madrid, en que se indicaba la condición de masón de Amadeo de Saboya. Morayta aseguraba tratarse de una falsificación elaborada en el mismo Madrid por algún miembro del Gran Oriente de España, coincidiendo con la campaña amadeísta.​ Por otra parte, las últimas investigaciones llevadas a cabo por Alvarado Planas y reunidas en su publicación Masones en la nobleza de España (2016) señalan que, pese a lo sostenido, Amadeo no fue masón.

En 1869 Víctor Manuel II nombró entonces a un nuevo embajador en la persona de su leal general y senador Enrico Cialdini, el cual conocía bien España. En la práctica actuó como representante personal del rey, que se había adjudicado todo el expediente de las relaciones con España.

Embarque del rey Amadeo en el puerto de La Spezia, Italia en 1870, obra de Luis Álvarez Catalá. En la carpa que aparece a la derecha, pueden observarse tanto las banderas como los escudos de los reinos de España e Italia.
Embarque del rey Amadeo en el puerto de La Spezia, Italia en 1870, obra
de Luis Álvarez Catalá. En la carpa que aparece a la derecha, pueden
observarse tanto las banderas como los escudos de los reinos de España e Italia.

Rey de España (1871-1873)

Fue Amadeo el primer rey de España elegido en un Parlamento, lo que para los monárquicos de siempre suponía una grave afrenta. El 16 de noviembre de 1870 votaron los diputados: 191 a favor de Amadeo de Saboya, 60 por la República federal, 27 por el duque de Montpensier, 8 por el general Espartero, 2 por la República unitaria, 2 por Alfonso de Borbón, 1 por una República indefinida y 1 por la duquesa de Montpensier, la infanta María Luisa Fernanda, hermana de Isabel II; hubo 19 papeletas en blanco. De este modo el presidente de las Cortes, Manuel Ruiz Zorrilla, declaró: «Queda elegido rey de los españoles el señor duque de Aosta».

Contó con el sistemático rechazo de carlistas y republicanos, cada uno por razones inherentes a sus intereses; pero también de la aristocracia borbónica, que lo veía como un extranjero advenedizo, de la Iglesia, por apoyar las desamortizaciones y por ser el hijo del monarca que había clausurado los Estados Pontificios; y también del pueblo, por su escaso don de gentes y dificultad para aprender el idioma español.

Inmediatamente, una comisión parlamentaria se dirigió a Florencia para dar parte al duque; el 4 de diciembre acepta oficialmente esta elección, embarcando poco después rumbo a España desde el puerto de La Spezia. Mientras Amadeo I viajaba a Madrid para tomar posesión de su cargo, el general Juan Prim, su principal valedor, murió el 30 de diciembre por las heridas sufridas en un atentado tres días antes en la calle del Turco en Madrid.

Amadeo I frente al féretro del general Prim (1871)
Amadeo I frente al féretro del general Prim (1871)

Amadeo desembarcó en Cartagena el 30 de diciembre, para llegar a Madrid el 2 de enero de 1871. Allí se dirigió a la basílica de Nuestra Señora de Atocha para rezar ante el cadáver de Prim. Tras este amargo trago se trasladó a las Cortes, donde realizó el preceptivo juramento: «Acepto la Constitución y juro guardar y hacer guardar las Leyes del Reino», terminando el acto con la solemne declaración por parte del presidente de las Cortes: «Las Cortes han presenciado y oído la aceptación y juramento que el Rey acaba de prestar a la Constitución de la Nación española y a las leyes. Queda proclamado Rey de España don Amadeo I».

La llegada de Amadeo al poder lo único que consiguió fue unir a toda la oposición, desde republicanos a carlistas. Como ejemplo de ello baste reproducir unas líneas del discurso ante las primeras Cortes de la nueva monarquía del líder republicano Emilio Castelar:

Visto el estado de la opinión, Vuestra Majestad debe irse, como seguramente se hubiera ido Leopoldo de Bélgica (sic, por Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen), no sea que tenga un fin parecido al de Maximiliano I de México

Amadeo tuvo grandes dificultades debido a la inestabilidad política española. La coalición de gobierno que había levantado Juan Prim se había fraccionado tras su muerte. La Unión Liberal, salvo Francisco Serrano y un pequeño sector, abrazó la aún expectante causa borbónica. Los progresistas se habían escindido en radicales, dirigidos por Ruiz Zorrilla, y constitucionalistas, encabezados por Sagasta.

Hubo seis gobiernos en los poco más de dos años que duró su reinado, creciendo cada vez más la abstención.


Intento de asesinato (1872)

Eran las once y media de la noche del 18 de julio cuando Amadeo I y María Victoria dal Pozzo se disponían a regresar al Palacio Real después de una de sus frecuentes salidas por las calles del Madrid decimonónico.​ En esta ocasión regresaban de dar un paseo por los Jardines del Buen Retiro junto con el brigadier Burgos, que los acompañaba en el mismo carruaje. Ese mismo día los reyes ya fueron advertidos de la noticia que indicaba que se iban a cometer atentados contra ellos en las calles de Madrid, pero el rey, haciendo oídos sordos a las indicaciones, dijo:

Si tuviese que hacer caso a todas las amenazas, no podría salir y ya me habrían matado al menos una docena de veces. No quiero que el pueblo diga que el rey se encierra en su palacio porque tiene miedo.

El inspector Joaquín Martí, que estaba al caso de las noticias sobre el atentado, fue el encargado de organizar las medidas a llevar a cabo para evitar el ataque. Es así como dispuso a agentes del cuerpo de orden público vestidos de paisano en todo el trayecto que iba desde el Palacio Real hasta los Jardines del Buen Retiro, además de una taberna ubicada en la Plaza Mayor. Fue de esa misma taberna desde donde se vio salir a un grupo formado por una veintena de hombres, que al llegar a la calle del Arenal se disolvieron en grupos de tres y cuatro personas, repartiéndose entre la plaza de Oriente, la escalinata de la plaza Prim, el café de Levante, la iglesia de San Ginés y el cruce entre la calle Arenal y la Puerta del Sol.


Una vez el carruaje descubierto cruzó la Puerta del Sol, alrededor de las doce de la noche, enfiló cuesta abajo la célebre calle Arenal. Fue cerca de la actual plaza de Ópera donde varios hombres hicieron fuego tres veces contra el matrimonio con trabucos y revólveres. El brigadier Burgos cubrió a la reina con su cuerpo, mientras que la respuesta de Amadeo I fue la de ponerse en pie mientras el cochero salía a galope hacia el Palacio Real.

De los cuatro atacantes que pudieron retener, uno de ellos murió a causa de tres disparos perpetrados por los agentes de orden público que se encontraban en las inmediaciones de la calle Arenal. Tenía alrededor de cincuenta años, vestía pobremente y nunca lo pudo llegar a identificar.​ Uno de los caballos que tiraba del carruaje de los consortes también murió al llegar al Palacio Real después de haber recibido tres impactos.

Una vez llegaron al Palacio Real y estuvieron a salvo, Amadeo I quiso salir nuevamente al lugar del ataque, pero los ruegos de las personas que se encontraban a su alrededor en ese momento evitaron la idea.​ Esa misma noche, a la una y media de la madrugada, el rey envió un telegrama a su padre, Víctor Manuel II de Italia, en el que le decía:

Comunico a Vuestra Majestad que esta noche hemos sido objeto de un atentado. Gracias a Dios estamos a salvo.

Al día siguiente el rey se dirigió de nuevo a la calle del Arenal para inspeccionar el lugar. Ahí se le recibió por vítores y aplausos de entre los que se encontraban en el lugar. Todos los partidos, fueran de la ideología que fueran, al igual que los periódicos, condenaron el atentado. El periódico El Combate, de ideología republicana y federal, se pronunció:

Condenamos enérgicamente el asesinato, y declaramos con lealtad que, si la República no tuviera en España otro camino para ser poder que el camino del asesinato, renunciaríamos completamente a él, porque el crimen siempre será crimen anatematizado por las conciencias verdaderamente revolucionarias.

El atentado hizo que el rey ganara popularidad por momentos, aunque fuese pasajera.


Descendencia

En 1867 Víctor Manuel II de Saboya cedió a las súplicas del diputado Francesco Cassins y, el 30 de mayo del mismo año, Amadeo se casó en Turín con la noble piamontesa María Victoria dal Pozzo della Cisterna, VI princesa de La Cisterna y de Belriguardo. El rey inicialmente se había mostrado en contra de esta unión, ya que, a pesar de ser de rango principesco, la familia era todavía demasiado baja para aspirar a estar relacionada con los Saboya. Además, para su tercer hijo Víctor Manuel II había planeado un matrimonio con alguna princesa extranjera, quizás alemana, con el fin de estrechar los lazos políticos y diplomáticos con otros estados, pero al final decidió cumplir con lo que era el deseo de Amadeo de casarse con la mujer a la que amaba. El día de la boda del príncipe Amadeo y doña María Victoria se vio empañado por la muerte de un jefe de estación que fue aplastado bajo las ruedas del tren de la luna de miel.

Además del valor emocional, lo que finalmente convenció a Víctor Manuel II fue el rico patrimonio que la joven princesa trajo como dote y algunos de sus lazos familiares que, en pequeña medida, podrían beneficiar a la recién unida Italia: la madre de María Victoria, Luisa de Mérode-Westerloo, era la hermana menor de Antonieta de Mérode-Westerloo, esposa del príncipe Carlos III de Mónaco.

Lo que Víctor Manuel II no pudo prever, o tal vez intentó ocultar, fue sin embargo que su hijo Amadeo era un amante incurable, hasta el punto de que en marzo de 1870 la duquesa de Aosta apeló por escrito al rey para exponer sus quejas sobre las infidelidades matrimoniales de su esposo, que le causaron dolor y vergüenza en los círculos de sociedad. El rey, en respuesta, le escribió que, aunque comprendía sus sentimientos, no estaba en condiciones de juzgar el comportamiento de su marido y que sus celos eran indignos de una duquesa de la Casa de Saboya.


Del primer matrimonio con la princesa María Victoria dal Pozzo della Cisterna nacieron tres hijos:


Manuel Filiberto de Saboya-Aosta, II duque de Aosta (Génova, 13 de enero de 1869-Turín, 4 de julio de 1931)

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Víctor Manuel de Saboya-Aosta, I conde de Turín (Turín, 24 de noviembre de 1870-Bruselas, 19 de octubre de 1946)

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Luis Amadeo de Saboya-Aosta, I duque de los Abruzos (Madrid, 29 de enero de 1873-Jowhar, Somalia italiana, 18 de marzo de 1933)

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Del segundo matrimonio con la princesa María Leticia Bonaparte nació un niño:

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